Hoy comparto con vosotros un artículo publicado en el suplemento de “El Viajero” del periódico “El País” que describe la pequeña isla volcánica de Porto Santo, situada a dos horas y media en barco de Madeira.
Porto Santo es muchas cosas en poco espacio. Una isla pequeña y volcánica de la Macaronesia, cincelada por el paso del tiempo, el viento y la lluvia. Son más los turistas que la visitan que lo casi 5.000 vecinos, población que desde el momento que la pisó por primera vez supo que esta isla del archipiélago portugués de Madeira -elegido recientemente como el mejor destino insular de Europa en los World Travel Awards- es más un enclave estratégico que un lugar para vivir. Apenas llueve (lo poco que precipita lo hace en la sierra de Dentro) y la tierra casi no se deja cultivar. Su nombre hace referencia al puerto seguro que es: unos navegantes portugueses del siglo XV la bautizaron así tras atracar en la actual Vila Baleira y evitar naufragar. La kilométrica paya es su gran reclamo, bañada por el agua cristalina del Atlántico en la que uno se refresca y sana (sus arenas tienen propiedades terapéuticas). Un spa al aire libre.