Revisando información turística publicada esta semana he encontrado este artículo de La Vanguardia del que os copio un resumen. Las fotografías están tomadas durante nuestro viaje en grupo realizado en julio de 2019.
Madeira, la perla tropical del Atlántico es un paraíso para senderistas sin vértigo
Madeira es una pequeña isla de 750,7 km2, que está ubicada en medio del océano Atlántico a 900 kilómetros de Lisboa. Actualmente es conocida mundialmente como la isla de CR7 o de Cristiano Ronaldo; el hijo pródigo de Madeira. En el oeste de la isla está Porto Moniz. Alberga unas agradables piscinas naturales de agua salada, formadas por roca volcánica. Son coladas de lava que se solidificaron al contactar con el mar configurando piscinas naturales bellísimas. Sin lugar a dudas, este es el baño más agradable que brinda la isla, con un entorno encantador.
La orografía de la isla configura paisajes excepcionales, con una red de senderos que trazan múltiples rutas para conocerla a pie; es un paraíso para los caminantes. La Vereda do Areeiro es uno de los senderos más atractivos, que transita por las cumbres de la isla sobre mares de nubes. Son 7 kilómetros (3,30 horas) donde disfrutar de una sensación de libertad asombrosa, sobre todo al gozar del paisaje desde los miradores de Pico do Areeiro y Pico Ruivo.
Otra caminata maravillosa, de 5 kilómetros (2 horas), es la denominada Levada do Rei. Empieza en Aguas Quebradas y termina en el manantial de Sao Jorge. A la mitad del recorrido el camino introduce al viajero en la laurisilva, el bosque primitivo que cubría toda Europa durante el terciario, formado por especies lauráceas.
Es interesante reservar por lo menos dos días para visitar Funchal, la capital de Madeira. Es una ciudad muy amable y casi todo se puede ver caminando. El mercado de Lavradores es un buen lugar para empezar. En él late con fuerza la vida, y sorprende el atractivo colorido de las tiendas de frutas; hasta 12 variedades de maracuyá se pueden comprar en ellas. En la zona dedicada al pescado abundan el sable, el atún y las lapas, productos estrella de la isla, que junto al bacalao configuran casi todos los platos de pescado que ofrecen los restaurantes del lugar. En torno al mercado descubrirá el centro histórico de la ciudad, pavimentado con el tradicional mosaico portugués.
La Rua de Santa María es una de las más preciosas. Es una estrecha calle llena de interesantes restaurantes con terrazas que generan un ambiente muy acogedor. Muy cerca está la gran Praça do Municipio, con un espectacular mosaico típico que ornamenta el suelo, donde está la iglesia de San Juan Evangelista y el Ayuntamiento, con un patio interior rematado por una fuente preciosa de la que emana un agua muy refrescante.
Para visitar la zona alta de la ciudad el funicular es ideal, mediante un paseo aéreo con vistas maravillosas sobre Funchal con el océano al fondo, en 9 minutos facilita el acceso a Monte. Junto a la salida del funicular está el jardín botánico de Madeira. Con más de 2.000 plantas exóticas ocupa 35,000 m2 en la finca de Quinta Monte Palace, que originariamente fue un hotel. Donde suele sorprender el jardín oriental, por su delicado diseño y el excelente cuidado de todos los detalles.
Para volver al centro de Funchal la manera más rápida y divertida es descendiendo en los típicos carros de cesto. Son grandes canastos de mimbre que se deslizan sobre el asfalto como un trineo. Transportan entre dos y tres personas, y descienden conducidos por dos hombres o carreiros, por cuestas vertiginosas durante un trayecto de dos kilómetros. El transporte, que nació por necesidad a mediados del siglo XIX, se ha convertido en una atracción turística que tiene mucho éxito entre los foráneos. Descender en carro de cesto es uno de los momentos más excitantes del viaje, donde se produce una gran descarga de adrenalina. Un perfecto final para volver a casa con fuerzas renovadas, y el alma llena de experiencias inolvidables.
LUCAS VALLECILLOS
https://www.lavanguardia.com/magazine/viajes/20230129/8711900/madeira-perla-atlantico.html