Esta semana os dejo una entrada singular que no admite discusión; la explotación de la sal en el Valle Salado de Añana, una actividad industrial que comenzó hace siete mil años.
Fotografía: tomada durante nuestro viaje en grupo al País Vasco en junio de este año.
DESCRIPCION
La insólita arquitectura de la sal que se ha generado en Añana es resultado del intercambio de valores culturales y humanos que se han ido desarrollando a lo largo de sus más de siete milenios de historia. Esta arquitectura popular no muestra los rígidos estilos arquitectónicos del saber erudito, sino que, debido a su carácter utilitario, en el valle han convivido de forma armoniosa las innovaciones tecnológicas con los testimonios materiales de las diferentes épocas.
Siguiendo los patrones marcados por la experiencia y la tradición, los salineros han creado una arquitectura insólita, anónima, popular y tradicional. Salvo raras excepciones, en la arquitectura de la sal del Valle Salado no se ha utilizado mano de obra especializada, sino que han sido los propios salineros los encargados de las construcciones, utilizando para ello los materiales que la naturaleza del entorno les provee: piedra, madera y arcilla. El resultado es un paisaje humanizado formado por más de cuatro kilómetros de canalizaciones de madera que conducen el agua salada desde los manantiales hasta los pozos y las terrazas escalonadas, construidas con piedra, madera y arcilla, que soportan las eras donde se recoge la sal.
MANANTIALES
Los manantiales son surgencias que suministran la salmuera a nivel de superficie de manera natural y continua, lo que permite su empleo sin necesidad de realizar perforaciones ni bombeos. Existe un gran número en el Valle Salado y su entorno, pero sólo cuatro de ellos son aprovechables, pues su caudal es permanente -unos 2 litros por segundo- y su grado de salinidad está cercano a la saturación -210 gramos de sal por litro-.