Situada sobre el lago Petén Itza, la isla de Flores es la puerta habitual de entrada al Parque Nacional Tikal, una de las zonas arqueológicas más importantes del mundo maya. Pero, aunque sea considerada lugar de paso, merece la pena darse una vuelta por sus calles. El visitante podrá disfrutar de un colorido apabullante, extraño a nuestros ojos, en el que todos los tonos del arco iris encuentran eco. Y como no podía ser menos en un país caribeño, impregnarse del ambiente relajado y tranquilo que inunda todos los rincones de la ciudad. Aunque, eso sí, no conviene despistarse: lo primero que llamó nuestra atención al llegar al hotel fue la señal colocada en la puerta: prohibido entrar con armas de fuego.