El singular y preciosísimo pueblecito de Flam en Noruega. Como se puede ver en la imagen, un lugar en el que hombre y naturaleza conviven de forma armoniosa. Este es un reto al que el país hace frente cada día: crecer económicamente para mejorar las condiciones de vida de sus ciudadanos, sin que ello suponga destruir su entorno natural. Viajando por sus carreteras y fiordos, llegas a la conclusión de que parece que lo están consiguiendo. Este compromiso asumido por toda la población hace que, probablemente, Noruega sea el país más respetuoso con el medio ambiente del mundo.
Y qué pinta un tren dentro de esta idílica naturaleza, os preguntaréis. Porque es un magnífico ejemplo de ese reto superado, de esa ecuación resuelta (crecimiento sostenible). Para la descripción del viaje acudiremos a la que hizo la prestigiosa revista Lonely Planet. Creo que os convencerá.
“Visto en el mapa, el Flamsbana podría ser considerado un ferrocarril de dimensiones modestas (…). Visto en la vida real, su estatura épica se hace evidente: una pequeña línea que se adentra por un paisaje de cascadas y montañas escarpadas, descendiendo de la vasta altiplanicie sin árboles de Hardangervidda a la boca de una de las entradas de agua en el continente más espectaculares de Noruega, el fiordo de Aurlandsfiord”.
El recorrido cuenta con una sola vía, por lo que se ha establecido una zona con un pequeño desdoblamiento que permite el cruce los trenes. El trazado del ferrocarril de Flam es considerado por los noruegos como su mejor obra de ingeniería, la más difícil e importante y, por razones obvias, de la que más orgullosos se sienten.
Desde el convoy se ven numerosas cascadas que bajan desde las zonas nevadas. La de la fotografía es una de las más caudalosas y espectaculares.
Parada final del recorrido turístico. El tren detiene su marcha y deja a los viajeros un breve tiempo para que disfruten del entorno. Tras la misma, vuelta atrás para regresar a Flam.