El clásico de los clásicos.
Y no me refiero a un Real Madrid – Barça… que los hombres siempre estamos pensando en lo mismo.
El Partenón está considerado como la obra maestra de la cultura griega. Iniciadas las obras en el año 447 a. C. fueron finalizadas sólo 9 años más tarde, ejemplo de eficacia del que podrían tomar nota nuestros políticos actuales. De planta rectangular, combina elementos dóricos y jónicos, utilizándose en su construcción mármol blanco casi en su totalidad. Cuenta con ocho columnas en su frontal y 17 en los laterales, estando dedicado a la diosa Atenea, protectora de la ciudad. Aunque hay que reconocer que viendo el estado en que se encuentra el edificio, se despistó bastante haciendo su trabajo. La obra fue impulsada por Pericles en agradecimiento a los dioses por su victoria sobre los persas. Todo el diseño se hizo teniendo en cuenta que en su interior se colocaría la estatua de la Diosa y que ésta mediría 12 metros de altura. Se dice que utilizaron 1.200 kg. de oro para su elaboración. Vamos, “una pasada”, como diría elocuentemente un joven actual a través de su móvil.
Viendo el edificio llegas a la conclusión de que hay que descubrirse ante la inteligencia y capacidad de Fidias, el arquitecto responsable de la obra y autor de gran parte de las esculturas que adornaban su frontón. No así del militar turco, algo corto de luces, que decidió con poca sagacidad, todo hay que decirlo, utilizarlo como almacén de pólvora en su guerra contra Venecia. Cumpliéndose la Ley de Murphy que ya entonces estaba vigente, pasó lo inevitable; una bomba veneciana cayó en el edificio y este se fue a “hacer puñetas”. ¡Una lastima!, pues hasta entonces se había conservado bastante bien.
Visita imprescindible en un viaje a Atenas, cuando ves la Acrópolis es imposible no acordarte de la descripción que hacía el inmortal Gila: ¡Madre mía cómo está Grecia! Todo roto, tirado por el suelo… ¡Un desastre!
Si, un desastre, pero muy hermoso.
Saludos, Jorge.