Hubo un tiempo en el que Granada fue el centro de un imperio como no habían conocido los siglos. Allí, en el recinto de La Alhambra, decidió Carlos V construir un palacio que mostrara al mundo el poderío de un monarca que se sentía universal. Este palacio fue definido con razón como el ombligo del mundo… ¡Y no era exageración andaluza!