Porto Santo, un paraíso caribeño bañado por el Atlántico
Pertenece al país vecino, pero estamos seguros de que son pocos los lectores que sabrían ubicar en el mapa a Porto Santo, una diminuta isla portuguesa de solo 42 kilómetros cuadrados y poco más de cinco mil habitantes situada en pleno Atlántico que cumple a la perfección con los requisitos perseguidos por muchos viajeros este verano. Además de ser un rincón muy tranquilo, puede presumir de tener una de las diez playas más seguras de Europa las diez playas más seguras de Europa (por lo que a Covid-19 se refiere).
Y es que Madeira, que reabrió sus puertas al turismo el pasado 1 de julio, ha sido un auténtico oasis en plena pandemia, por lo que las autoridades han desarrollado un minucioso programa para garantizar la seguridad de los visitantes. Entre las medidas implementadas figuran la realización de pruebas antes del viaje, cuestionarios, escaneos térmicos y el seguimiento durante la estancia en el archipiélago a través de una app.
El mejor destino insular del mundo
Con una carta de presentación inmejorable -el archipiélago ha sido reconocido durante cuatro años de forma consecutiva por los World Travel Awards como el mejor destino insular del mundo -, Madeira se ha convertido en un objetivo codiciado todo el año, gracias sobre todo a su clima templado, que le ha llevado a ser conocido como “las islas de la eterna primavera”. Solo dos de ellas están habitadas, la principal, que da nombre al conjunto, y Porto Santo, dos islas muy distintas entre sí. Mientras la primera es escarpada, boscosa y húmeda, la segunda -situada al noreste- es árida, pero en ella encontrarás una vasta extensión de arena y dunas.
Hasta mediados del siglo XX, Porto Santo dependía exclusivamente de la agricultura de subsistencia, sin embargo, la construcción del aeropuerto y la apertura al turismo dio un giro radical a su economía. A pesar de ello, la isla, lejos de ser un destino masificado -en verano, época de mayor afluencia, no sobrepasa los 20.000 visitantes-, conserva el encanto de antaño y la amabilidad de sus gentes. Apenas tiene tráfico, cuenta con un solo semáforo, una sola gasolinera, un único supermercado y no registra criminalidad.
Porto Santo, un paraíso de arena y dunas
La isla tiene en la costa sur su mayor tesoro: la mejor playa del lugar y una de las mejores del país en opinión de los portugueses. Bañada por aguas tranquilas de color turquesa, se extiende desde la localidad de Vila Baleira hasta Ponta de Calheta a lo largo de 9 kilómetros de dunas y arenas doradas.
Sus propiedades son terapéuticas, estéticas y relajantes, y se han convertido en todo un reclamo para los foráneos. Y es que la arena de esta isla no es de origen volcánico ni propiamente mineral, ya que se trata de la herencia de un arrecife de coral expuesto al aire cuando el océano descendió en las últimas glaciaciones.
No esperes encontrar aglomeraciones ni grandes construcciones junto a la playa; sencillamente no existen. Pero puedes tomar un buen baño, tumbarte al sol, practicar algún deporte náutico, como el kayak, la vela, el esnórquel o el buceo, o bien aprovechar la oportunidad de hacer una excursión en barco que te permita avistar ballenas y delfines.
Es especialmente recomendable tomar algún aperitivo junto a la arena o comer en alguno de los locales cercanos, especialmente al atardecer. La zona más animada es la de la praia do Cabeço, donde se encuentran la mayoría de hoteles, aunque encontrarás otros lugares más recónditos. Y si te has quedado con ganas de conocer algo más de la isla, acércate hasta Vila Baleira y visita la casa-museo de Cristóbal Colón, donde vivió el descubridor, o alquila una bicicleta y descubre por caminos y senderos rincones que no aparecen en las guías. Te gustará ¡seguro!