Una de las cosas que llaman inmediatamente tu atención cuando visitas países de los llamados “en vías de desarrollo” es el respeto a las normas de tráfico. Tú das por seguro que éstas existen y que por puro sentido común, prohíben a los motoristas circular con un niño de meses sentado en el deposito de combustible del vehículo. Pero olvídate; son legión los padres que llevan a sus retoños en sus motocicletas sin otro amparo que la supuesta pericia del conductor y la invocación divina a la buena suerte.
En el caso que aparece en la fotografía, existe un problema añadido; al estar tomada en Phnom Penh, la capital de Camboya y ser éste un país budista, carecen de dos elementos fundamentales que limitarían el riesgo: San Cristóbal, santo dedicado en exclusiva en occidente a menesteres relacionados con el tráfico, ¡menudo trabajito le asignaron!, y el Ángel de la Guarda, el que acompaña a todo tierno infante desde su nacimiento y cuida de él día y noche.
Conclusión: si no pasan más cosas es porque Dios no quiere…