“Si tuviera que retomar la enseñanza, me plantearía como alternativa el suicidio”. Esos es lo que digo a mis antiguos compañeros de profesión, exagerando un poco, como cualquier andaluz que se precie. Me explico. Creo que ahora me costaría adaptarme al nuevo tipo de relación que se ha establecido entre educadores y niños, y lo que a veces es peor; con los padres de algunas criaturas. Suelen ver éstos últimos al docente como un enemigo, un advenedizo incapaz de entender al pequeño tirano que están criando. Si hay conflicto, no tendrán dudas, su vástago es la víctima. Poco importará que éste sea un mocoso que no sabe ni dónde tiene la cara. Quizás parezca pesimista, pero mucho me temo que irá a peor.
Fotografías: tomadas en la ciudad panameña de Bocas del Toro. Muestran a un grupo de niños de una escuela infantil observando embelesadamente un desfile callejero.
…Y para compensar tanto pesimismo, una joya para los melómanos: “Be happy children” de Paul Weller.