

Esto motivó un pequeño conflicto entre las ciudades de Guadix y Baza, que hubo de resolverse en los tribunales, pues alegaban unos que el autor del hallazgo era de Guadix y otros que se había encontrado en Baza y por tanto allí correspondía.
Finalmente fue encomendada la custodia de la imagen a los Bastetanos, aunque según la justicia, el pueblo accitano tenía derecho de disponer de la misma un día al año, para poder dedicarle los cultos religiosos oportunos.
Aquí empieza la polémica, cuando unos vecinos de Acci, encabezados por Juan Pedernal (que fue el primer Cascamorras) marchan hacia la ciudad de Baza para llevarse consigo la imagen, siendo recibidos a mamporros por los Bastetanos, que no consintieron que esto sucediese. Al regreso a Guadix, las cosas no fueron mejor y los accitanos, indignados por el fracaso, le procuran otro recibimiento similar.
La tradición se perdió por algunos años, pero fue a finales del siglo XIX cuando se constituyó en Guadix la Hermandad de la Virgen de la Piedad y la Peña del Cascamorras. Desde entonces luchan inútilmente por conseguir recuperar la imagen, con la condición de que si el Cascamorras consigue llegar sin pintar desde las afueras de Baza al Templo de la Merced, donde se encuentra la Virgen, podrá llevársela a Guadix.
En nuestros días, la fiesta está exenta de toda violencia y sólo sirve como una manifestación religiosa de orígenes remotos.