La leyenda dice que un campesino iba caminando por el campo, cuando se encontró esta cabeza de Buda en el suelo. Al campesino, que era una persona piadosa, le pareció inconcebible que hubiera alguien tan perverso y maligno, capaz de ofender a Buda de una forma tan grosera e irrespetuosa; dejándolo en contacto con el suelo, un lugar impuro. Así que se agachó, tomó la cabeza del Buda y la depositó cuidadosamente sobre las raíces de un árbol. Con el paso del tiempo, fueron creciendo a su alrededor, mostrándonos esta imagen sorprendente y hermosa.
Los budistas creyentes consideran que es una muestra del poder y la sabiduría de Buda y que, de ninguna forma, es sólo una casualidad o un capricho, producto de la naturaleza. Los que estamos más cerca de Descartes que de Buda, creemos que es más probable la segunda opción, la de la casualidad, pero hay que reconocer que la primera es más poética.
Probablemente a Buda, el Iluminado, esta discusión le parecería fútil. Así que, ¡quién somos nosotros para llevarle la contraria!…