Uno de los rituales de obligado cumplimiento cuando se visitan los templos de Angkor en Siem Reap, Camboya, es ver la puesta de sol desde el tempo de Phnom Bakheng. Para ello hay que subir una suave colina que se levanta 70 metros sobre la llanura circundante y esperar pacientemente, rodeado de un montón de gente que ha tenido tu misma idea, a que la luz del sol vaya apagándose. El espectáculo de color está garantizado y por si esto fuera poco, según dice la tradición budista, obtienes los favores de un dios desconocido que desde ese momento se pone incondicionalmente de tu parte. En fin, por intentarlo que no quede.