

La Vía Dolorosa es una calle de Jerusalén que discurre por el centro histórico de la ciudad. Tradicionalmente se ha identificado como parte del camino que recorrió Jesucristo cargado con la cruz.
En la actualidad, ésta vía, cruzada por un auténtico laberinto de callejuelas estrechas y mal iluminadas que suben hasta la zona alta de la ciudad, está llena en su mayor parte de pequeñas tiendas. Venden todo tipo de productos para los turistas y peregrinos que visitan los lugares, señalados como santos, por el cristianismo. Algunos tan sorprendentes como “coronas de espinas”. La vía finaliza en la Iglesia del Santo Sepulcro, el punto donde la tradición sitúa la crucifixión, enterramiento y resurrección de Jesús.
Custodiada por seis comunidades religiosas distintas, Coptos, Etíopes, Armenios, Griegos, Sirios y Católicos, la iglesia parece ser un fiel reflejo del mundo actual, pues son frecuentes las broncas y peleas entre ellas. De hecho, es tal la animadversión e inquina que se profesan, que en el año 2008 tuvo que intervenir la policía antidisturbios israelí para poner fin a sus disputas. En fin, parece que hay cosas que, por más tiempo que pase, no tienen arreglo.