He acudido a numerosas fuentes para hacer una descripción detallada y ordenada de la carretera panamericana, pero ha sido una tarea baldía, imposible. Aunque la mayoría sitúan su comienzo en el kilómetro cero de la Alaska Highway, otros discuten dónde termina. Los más aventureros o soñadores sitúan su final en la hermosa y enigmática Bahía Lapataia en Tierra del Fuego, Argentina. Otros, más rigurosos y comedidos, no se atreven a tanto y no pasan más allá de Buenos Aires. Y por último, los más pesimistas y tiquismiquis, los aguafiestas de turno, no pueden olvidar que además de lo anterior, en realidad no es una carretera “completa”, pues hay un tramo de aproximadamente 100 km. en Panamá, en la que queda cortada; el llamado Tapón de Darién, un bosque tropical virgen casi infranqueable. Hay que saltar hasta la frontera con Colombia para reencontrarnos de nuevo con su trazado. En fin, como podéis cotejar, un lío.
Pero seguro que todos coincidiréis conmigo en que sería una aventura fantástica recorrer los 32.700 kilómetros que van desde Alaska hasta Tierra del Fuego, del uno al otro confín, disfrutando de tantas y tan diversas formas de vivir, de tantos y tan distintos paisajes, de imágenes que quedarían archivadas en la retina para siempre.
No sé vosotros, pero yo, me apunto… con los ojos abiertos, claro.
Fotografía: tomada el año pasado en el viaje que hacíamos entre Bocas del Toro y la ciudad de Panamá. Mi amigo Tomás, siempre alerta aunque iba conduciendo, preguntó: ¿habéis visto el cielo? ¡Joder, es que tengo que estar en todo! Paramos cinco minutos y ahí está el resultado. Espero que os guste.