

Parque Nacional Iguazú: El Esplendor de la Selva Atlántica
El Parque Nacional Iguazú, que abarca territorios en Argentina (Parque Nacional Iguazú) y Brasil (Parque Nacional do Iguaçu), es un santuario natural y Patrimonio de la Humanidad reconocido a nivel mundial. Su razón de ser son las espectaculares Cataratas del Iguazú, un conjunto de más de 275 saltos de agua que forman la cascada más caudalosa del mundo. El paisaje es dominado por la fuerza inconmensurable del río Iguazú, que se precipita desde una altura de hasta 80 metros, creando una neblina constante que da vida a la exuberante vegetación circundante. El punto más emblemático es la Garganta del Diablo, un salto en forma de “U” donde se concentra la mayor parte del caudal y el rugido del agua es ensordecedor.
Más allá de las cataratas, el parque protege una extensión vital de la Selva Atlántica, uno de los biomas más amenazados y biodiversos del planeta. La selva es densa y húmeda, con árboles de gran porte, lianas y una rica variedad de helechos y orquídeas. Esta vegetación sirve de hábitat a una fauna fascinante: es posible avistar tucanes, loros y otras aves de colores vibrantes, así como mamíferos como coatíes, monos capuchinos y, con suerte, pumas o jaguares.
El parque ofrece una red extensa de pasarelas y senderos, como el Circuito Superior, el Circuito Inferior y el Sendero Macuco, permitiendo a los visitantes una experiencia de inmersión total en la naturaleza, observando las caídas desde múltiples ángulos y experimentando la energía del ecosistema.
Fotografía: tomada con una cámara analógica en 2012 y escaneada posteriormente, muestra una de las pasarelas situadas en Foz de Iguazú (Brasil), donde se puede observar la Garganta del Diablo.
