

Hoy os dejo con una de las ciudades que visitaremos en nuestro viaje de noviembre. La información está extraída de un artículo de viajes publicado en el diario El País.
Zamora, románica y modernista
La catedral de Zamora es el signo de identidad de esta ciudad, con su cúpula cubierta de “escamas” y asomándose al Duero. Ocupa el extremo de una urbe que nos adentra en la Edad Media y también en el modernismo. La rúa de los Francos, jalonada de iglesias románicas, enlaza la catedral con la calle de Santa Clara, donde toman el relevo los edificios modernistas. Pero en todas las calles la tranquilidad es casi total, excepto en los bares a las horas punta del tapeo, con el vino de Toro como estrella del maridaje con pinchos de todo tipo.
Otro punto de vista es el del castillo, desde el que se tienen las mejores vistas sobre la catedral, con su cúpula gallonada de estilo bizantino y la torre del Salvador. En el interior espera un retablo mayor fantástico y lo mejor de todo: el increíble museo de tapices flamencos. Por aquí, en el entorno de la catedral, están los rincones más fotogénicos, como la calle del Troncoso, estrecha y con altos muchos de piedra, o el mirador del Troncoso, con unas vistas perfectas sobre el Duero y su puente románico. En este núcleo medieval hay casi 20 iglesias románicas, como la de San Pedro y San Ildefonso, con una Virgen del Amor Hermoso a la que se le cambian los pendientes dos veces al año. O como la iglesia de Santa María Magdalena, en la rúa de los Francos, una de las más elegantes. O la de San Juan Bautista, ya en la plaza Mayor, con unos impresionantes arcos y un impecable artesonado mudéjar.
La plaza Mayor y el Parador, con un espléndido claustro, completan los hitos imprescindibles en este camino, como también lo es tomar unos pinchos por la zona y seguir calle adelante para encontrar los principales edificios modernistas de la ciudad, que nacieron al calor del auge urbanístico experimentado con la llegada del ferrocarril. La mayoría están en la calle de Balborraz (la casa Faustina, o la de Mariano López por ejemplo) y en la de Santa Clara (las casas de Valentín Matilla, de Francisco Antón, la de Valentín Guerra o la de Félix Galarza).