Tailandia
10 experiencias innmersivas para enamorarse de Tailandia
Esta semana os dejo con un extenso artículo del periódico La Vanguardia en el que describe distintas experiencias para conocer a fondo el país.
El año 2019 cerca de 40 millones de viajeros de otros países aterrizaron en los aeropuertos tailandeses. Tailandia es uno de los diez destinos más visitados del mundo. Y es curioso porque es el único país del Sudeste Asiático que no ha sido colonizado por una nación europea. Y en eso algo tendrá que ver el carácter tolerante y dialogante de los habitantes. Es algo natural. Son gente maravillosa. No lo hacen por compromiso, les gusta compartir y ayudar a los extranjeros. Quieren comunicarse a toda costa. Solo al coger un taxi ya se nota: preguntan de todo, se interesan de dónde vienes y qué vas a hacer en su país.
Esa es seguramente una de las razones por las que le pusieron en apelativo de “la tierra de las sonrisas”. Tailandia no discrimina a nadie. Todos son bienvenidos: los aventureros insaciables, los recién casados con ganas de sorpresas, las familias con niños inquietos o incluso los jóvenes desencantados en busca de nuevas perspectivas…
Tailandia, en definitiva, es un lugar que se adapta a las necesidades del viajero, se deja querer y te da lo que, en el fondo, deseas. Lo comprobamos en un viaje desde Chiang Rai en el norte, hasta las islas paradisíacas del sur.
1. Aventura entre tribus en Chiang Rai
La capacidad aventurera de Tailandia es mítica. Geográficamente su territorio está dividido en tres: el norte más montañoso, un área central llana, y un sur donde mandan las playas. En ese sentido, uno ya puede decidir a dónde dirigirse según lo que le convenga. Partimos desde la parte más septentrional, rica en montañas y un clima más fresco. Chiang Rai es la ciudad más conocida del norte y se encuentra en el Triángulo de Oro, ya que en ese punto limita con sus vecinos Birmania y Laos.
Las cordilleras, los bosques y los parques naturales abundan. Hay mucho por descubrir. Chiang Dao, las montañas sagradas de Doi Suthep y Doi Pui o el parque nacional de Inthanon, el techo de Tailandia (a 2.565 metros de altura) son auténticos paraísos para los senderistas. De todos modos, nuestra recomendación sería acercarse a la región de la ribera norte del río Kok, a poca distancia de la ciudad de Chiang Rai, donde además se pueden visitar las tribus montañeras de los akha, lisu, m’mong y lahu.
2. Masajes en Chiang Mai
Un masaje siempre viene bien, sea donde sea. Pero en Tailandia todavía más. El masaje tailandés tradicional (nuat thai) es un milenario tratamiento de cuerpo completo que combina posturas de yoga, acupresión y principios ayurvédicos indios. La Unesco incluso ha reconocido su importancia al agregarlo a su lista de patrimonio cultural de la humanidad. Y lo cierto es que te deja como nuevo.Hay masajes para todos los públicos, en casi todos los lugares (incluso hasta en las cárceles) y para la mayor parte de los miembros de nuestro cuerpo (el de pies es un placer que te deja sin sentido). Si buscamos un auténtico masaje tai, hay que poner rumbo a Chiang Mai: muchos templos de la ciudad antigua tienen una sah-lah (sala) de masaje, retomando su ancestral tradición de almacén del conocimiento y curación. Hay que decir que, en estos centros, además de recibir masajes, podemos aprender a darlos.
3. La ciudad histórica de Sukhothai
Siempre insistimos en que de la misma manera que para conocer a fondo a otras personas es importante entender su pasado, con los lugares pasa exactamente lo mismo. Y Tailandia tiene una historia fascinante. Para conocerla, muchos viajeros visitan las ruinas de Ayutthaya, la que fuera capital del glorioso reino de Siam siglos atrás, ya que se encuentra a escasos 80 kilómetros de la capital. Y vale mucho la pena, por supuesto. Allí se pueden ver piezas tan excepcionales como la cabeza de Buda entre raíces del Wat Phra Mahathat, el gran Buda reclinado del Wat Yai Chaimongkon, o los enormes chedis (estupas) del Wat Phra Si Sanphet.
De todos modos, hay un rincón menos trillado por los circuitos turísticos al que merece la pena acercarse: el parque histórico de Sukhothai. Es verdad que el acceso es algo complicado -está a 450 kilómetros de Bangkok-, sin embargo, en sus 70 kilómetros cuadrados de superficie podemos deleitarnos con una antigua muralla y algunos de los templos del siglo XIII y XIV mejor conservados del país como el Wat Mahathat, el Wat si Sawai o el Wat Si Chum.
4. El noreste: la aldea de Ban Chiang
Pasamos de la historia a la prehistoria. El noreste de Tailandia sea posiblemente el territorio menos visitado por los turistas. No obstante, a 47 kilómetros de Udon Thani se ubica Ban Chiang, una de las excavaciones más relevantes de la edad de bronce y donde se cree que se asentó la primera civilización del mundo en esa época, hace más de 5.000 años. Fue declarada patrimonio de la humanidad en 1992.El noreste no es precisamente un espacio pequeño. Es una gran extensión que hace frontera con Laos. Existen diversas excursiones aconsejables: entre ellas, pasear en bote de remos por el mar de los lotos rojos, adentrarse en la cueva del Elefante, una de las más grandes de Tailandia, o visitar el santuario donde dicen que se aloja la huella de Buda, una marca en una piedra de la pisada del maestro.
5. La ruta de los templos budistas
El 95% de la población de Tailandia es budista, y se calcula que en el país hay más de 40.000 templos. Se dice pronto. Salpican de punta a punta el país. Aunque la mayoría mantienen un estilo similar -colores intensos, mucha ornamentación con filigranas y techos altos y empinados- hay algunos pocos que se diferencian. La doctrina del budismo es sencilla: alcanzar el karma con buenas acciones y alejarlo con las malas. Como decíamos antes, la religión forma parte de su estilo de vida, la cultura y la personalidad de los tailandeses.
Y los templos, en cierta manera, son sus casas. Por eso hay tantos. Es interesante poder admirarlos, entrar y conversar con los monjes y sumergirse en su liturgia. Los tres más famosos de Bangkok son el Wat Phra Kaew, el Wat Pho y Wat Traimit. Uno de los más sagrados es el Wat Phra Kaew o templo del Gran Buda Esmeralda, en cuyo interior se alza una estatua de 66 centímetros tallada en una sola pieza de jade. Pero hay un templo del que no se habla tanto y que es uno de los más antiguos: el de los monos de Lopburi, construido en el siglo XIII por el imperio Jemer de Angkor Wat. Todo un hallazgo.
6. La comida callejera y los mercados flotantes
Uno de los grandes atractivos de viajar a Tailandia es su comida. El estómago es uno de los grandes beneficiados en esta aventura, no hay duda. Los tailandeses adoran comer. No tienen horarios. Comen cuando les da la real gana. Es su cultura. Por eso, cuando visites Bangkok, en la parte central del país, es imprescindible salir a las calles, andar y, desde luego, abrir bien las fosas nasales y dejarse seducir. La gastronomía se basa en la armonía entre los cinco sabores: dulce, picante, agrio, amargo y salado.
7. La fiesta playera de la luna llena
Estamos frente a uno de los acontecimientos más de moda en los últimos años. Miles de jóvenes (y no tan jóvenes) acuden a la playa de Haad Rin en la isla de Kho Pha Ngan, entre Samui y Kho Tao, para disfrutar de bebida, malabaristas, fuegos artificiales, dj y música rock. Es la Full Moon Party, o lo que es lo mismo, la fiesta de la luna llena.
Se celebra cada mes. Se originó en los años 80, cuando un grupo de amigos encendió una hoguera en esa playa durante una noche de luna llena para celebrar una despedida. Entonces eran unas 30 personas, pero se lo debieron pasar en grande porque hoy más de 10.000 personas se congregan en esa misma playa. Si quieres asistir, es imprescindible reservar el ferry y el alojamiento con bastante antelación.
8. Buceo en las islas Similan
En Tailandia no es solo bonita la superficie, también lo es el mundo que hay bajo del agua. Allí se concentran algunos de los spots más frecuentados por los aficionados al submarinismo. La pequeña isla de Koh Tao, al norte de Koh Samui, es uno de los destinos más destacados del planeta y es apta para buceadores principiantes y experimentados. Dispone de una increíble diversidad de vida marina.
Pero para los aficionados al tubo y las gafas de buceo nos gustaría mencionar el remoto parque nacional de las Islas Similan, en la costa oeste de Tailandia. Se trata de nueve islas de arena blanca y aguas turquesas en el mar de Andamán. El paisaje subacuático es una maravilla. Grandes pináculos de rocas, arrecifes alargados de coral o enormes paredes con cuevas plagados de vida. Es posible avistar mantarrayas, tiburones de arrecife, peces napoleón, grandes meros, peces sapo, barracudas, morenas, tiburones ballena…
9. Muay Thai, el boxeo tailandés
El boxeo tailandés, o Muay Thai (también recibe el nombre del “arte de las ocho extremidades”) es una tradición marcial muy extendida por todo Tailandia: hay gimnasios en Bangkok, Chiang Mai, Koh Samui y, especialmente, en la isla de Phuket. Sus raíces las encontramos en el Muay Boran, un tipo de combate ancestral creado por los monjes budistas alrededor del año 200 a.C. En la actualidad es un símbolo de la identidad tailandesa.Hay muchas opciones si uno quiere asistir a una competición de boxeo tailandés. En Bangkok está el estadio más popular de este deporte, el Lumphini Stadium. Entrar cuesta entre 25 y 50€ (1.000 baht), dependiendo del asiento elegido. De todos modos, si es posible, merece la pena ir al Galaxy Boxing Stadium de Patong, en Phuket, donde suelen acudir los tailandeses. En Phuket hay una enorme afición a este deporte y están las mejores escuelas de Muay Thai de todo el país, y este es el estadio donde compiten por ser el mejor.
10. De isla en isla
Es difícil escoger una isla (koh) en Tailandia. Hay más de 500. Algunas son muy conocidas como Koh Samui, Phuket o las Phi Phi Koh, en cuyas playas, por cierto, se rodó la famosa película La Playa, protagonizada por DiCaprio, y otras son pequeñas, tranquilas y totalmente salvajes. Hay islas en el norte del golfo, muy cerca de la capital, hay otras al sur, y otras en el mar de Andamán, en la costa oeste. La verdad es que cada isla ofrece algo diferente al viajero.
Una magnífica sugerencia es descubrir Koh Lanta. Es una opción tranquila. Son 27 kilómetros de un extremo al otro. Muchos visitantes alquilan un escúter o un kayak para explorarla. En realidad, es una isla dividida en dos: Lanta Yoi y Lanta Noi. Una más desarrollada y otra más salvaje. Sus dos mitades están separadas por una franja de agua de aproximadamente un kilómetro y forman parte del parque nacional de Mu Koh Lanta. Dicen que las puestas de sol allí son de leyenda.
https://www.lavanguardia.com/ocio/viajes/20220501/8225296/10-experiencias-conocer-tailandia-viaje.html