Vejer de la Frontera
Casitas bajas y blancas, calles empedradas y empinadas, recónditos patios nazaríes, panorámicas que alcanzan el mar. Vejer de la Frontera seduce a primera vista. En su carácter se aprecian restos romanos, cartagineses y fenicios (quienes implantaron la pesca del atún de la almadraba), aunque más notable es la impronta árabe, porque durante 540 años los musulmanes dominaron este estratégico enclave gaditano. En 1250, Fernando III el Santo lo recuperó para la Corona española; pero no fue hasta 1285, con Sancho IV, cuando pasó definitivamente a manos cristianas. El resultado de estas conquistas es una amalgama que se aprecia en su arquitectura, diseño urbano y gastronomía; y para descubrirla, lo mejor es recorrerla en otoño, cuando el calor amaina y sus callejuelas se vuelven más tranquilas.